COMENTAMOS EL LIBRO
“Llévame a casa” es una novela costumbrista que afecta al entorno familiar. Con una trama mínima, un vocabulario rico y ritmo pausado, el protagonista narra las complejas relaciones entre padres e hijos cuando los progenitores se hacen mayores, y pasan de cuidadores a ser cuidados.
Me ha gustado mucho, quizás porque todos vivimos o hemos vivido situaciones semejantes y por la huida de la España rural hacia otros proyectos, que de la noche a la mañana se ven interrumpidos.
María
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EL COMENTARIO DE ALICIA
Comentario del libro de Jesús Carrasco:
"Llévame a casa"
Esta novela retrata la vida de una familia en un pueblo de Castilla, a pocos km de Toledo, un
pueblo imaginario llamado Cruces. Una vida relegada al campo y a sus beneficios. En un tiempo
en que los hijos se debían casar con alguien de la misma tierra. Si eran inteligentes podían hacer
un funcionariado y formar una familia en la tierra que les tocaba vivir, la de los padres.
Describe los paisajes, los objetos, las pertenencias de la familia con mucho realismo a
medida que van aconteciendo los hechos. Es un estilo narrativo con pocos diálogos, que capta
continuamente el interés y la atención del lector.
A los amantes de los paisajes del campo les gustará. Dice así: "En el pueblo al fondo, en
medio de una llanura tan inhóspita, como hermosa, la tarde todavía abrasa, no corre aire.
La tarde amarillea el cielo, las espigas aguantan erguidas a la espera de la llegada de las
máquinas".
En mi comentario voy a centrarme en la figura del hijo Juan, que ha vivido en Edimburgo,
trabajando en el jardín botánico de la ciudad.
Juan reconoce la desatención hacia su padre, al contrario que su hermana Isabel. Dice que
siente vergüenza de la dejadez con la que se ha comportado con respecto a la familia. Pero
hará lo posible por estar pendiente de la salud física y emocional de la madre. Él tiene sus
motivos para vivir donde vive y por haber apurado tanto su llegada por la enfermedad del padre.
Reconoce su pecado y lo va ha enmendar.
Ha antepuesto siempre, su conveniencia a las responsabilidad familiar, al contrario que su
hermana Isabel. Vemos en Juan un egoísmo inmaduro y una torpe gestión de las emociones.
A Juan no le habían adiestrado en el amor, ni en el afecto. En las familias pobres lo importante
eran los hechos y los beneficios. De no haber recibido cariño suficiente se formó un individuo
egoísta.
Ahora, debe aceptar sin remedio, una responsabilidad filiar con la madre, que padece una
enfermedad degenerativa: El alzhéimer.
La novela es definida como de un realismo indiscutible, pues asume la responsabilidad
sin ninguna otra salida, no hay fundamentos para huir de esta situación vital, a la que se debe
resignar.
Isabel su hermana se expresa clara y determinadamente. Debe marchar a Barcelona. Ella se
ha ocupado de sus padres siempre, viajando de Barcelona a Cruces. Y sí, que ella le recrimina
mucho a su hermano Juan.
La falta de afecto es muy común en las familias y los reproches de unos a otros. Algunos
hijos cuando los padres se hacen mayores, se ven obligados a perdonar los malos momentos
vividos y la dureza con la que han sido tratados,
por desbocar en los hijos sin paciencia, con pocos recursos económicos a una vida
independiente. En la novela, el hijo Juan se marcha de su casa con sus propios motivos,
pudiendo quedarse y seguir la vida y el trabajo de los padres. En los dos casos el hijo se va de
casa y la vida los convierte en egoístas. Aman sus cosas, su apego y conveniencia.
Pero en los dos casos, se aceptaría el cuidado de la madre mayor sin recriminar. En la novela
vemos el caso de Juan y nos vemos reflejados.
Este proceso es descrito de forma sutil, es como una transformación de personalidad y de
sentimientos profundos ante una experiencia vital. El hijo asume sin reproche el cuidado de la
madre. El amor del hijo al final, podría definirlo, como el mismo amor, cuidado y protección que
ofrecen las madres al nacer sus hijos.
Alícia Llinàs Gibert. 3/3/24
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