NUESTRO CAFE LITERARIO DEL PASADO SABADO 1 DE JUNIO

Hacía justo una semana, que algunas de nosotras nos habíamos visto para asistir al taller de escritura narrativa en Calella, y lo cierto es que le vamos cogiendo gusto a este lindo pueblo costero, plagado de opciones de ocio y cultura.

Como es costumbre, esta vez en petit comité, nos fuimos primero a comer y nos encontramos que nuestro restaurante de referencia Malcuat, está de reformas. Ningún problema, pues enseguida encontramos, ya de camino hacía Pineda, La Casa de Austria. 




En una bonita terraza interior, pudimos degustar los platos a la carta que a cada uno de nosotros nos  apeteció. 



Y llegó la hora de reunirnos y hablar y comentar los diferentes temas que para ese día teníamos preparados.






El libro que este mes teníamos para leer, y con motivo del fallecimiento de Paul Auster, era BROOKLYN FOLLIES.



Aquí tenemos la opinión de nuestra guía Marion


Un hombre vuelve a Brooklyn, la ciudad donde nació. Enfermo y solitario utiliza la escritura como pasatiempo. En un cuaderno que él llama: "El libro del desvarío humano" va anotando algunas experiencias sin importancia. Poco a poco se incorporan otros personajes en el libro: personajes no brillantes, tampoco perdedores, son gente corriente, insatisfecha y con muchos sueños por cumplir. Auster, habla de la cotidianidad con un lenguaje sencillo, directo, fácil (ese, es su encanto). Magnificas las últimas páginas donde trata el tema de la muerte.

Marion



BOGERIES DE BROOKLYN” De Paul Auster


 Nathan Glass ens narra la seva història, ara té 60 anys i ha sobreviscut a un càncer de pulmó, se'n torna a Brooklyn, al barri on va néixer i va viure amb la seva família. És el lloc on vol viure els restes de dies que li queden. En aquests moments està convençut que no hi ha cap estímul per viure. La seva exdona el troba imperfet i la seva filla diu que com a pare no ha sigut gran cosa. Decideix escriure un llibre on el protagonista principal és en Tom Wood, el seu nebot. Connectant amb ell podrà reconstruir la seva vida i trobar-li un significat. En Tom troba amb el seu oncle saviesa i suport. La seva història gira a partir del retrobament inesperat d'ells dos a la llibreria d'en Harry Brighton; A Brightman's Attic. Harry és homosexual, culte, extravagant i contradictori. L'amargat Nathan és l'eix central dels canvis en la vida dels personatges, veiem que fins i tot les vides més trencades poden trobar una nova direcció. Un nou missatge que ens dona la novel·la es que l'amor i la família no segueixen camins rectes sinó torçats, creant-se situacions de sorpresa e inesperades. Comparteixo com altres lectors que és un llibre fantàstic, per la seva qualitat narrativa, una prosa perfecte, àgil, elegant, màgica, fluida, seductora, col·loquial. L'autor explica les coses de forma molt realista, però amb un to una mica dens. La perspectiva de la seva vida podria inspirar-nos a tots els lectors. En cada moment de les seves vides pots trobar una reflexió de la teva pròpia vida. Ens dona el missatge que la felicitat en la teva vida l'has de trobar en lo quotidià, gaudint de cada moment feliç que se’t presenta. Durant la novel·la és tracten temes com l'engany, la venjança, la soledat, el perdó, la responsabilitat familiar, la il·lusió de retrobar-te amb els teus propis i tornar a connectar, l'optimisme per viure un món millor. L'autor dona un toc de drama i intriga a la novel·la. Ens introdueix en el tema de les falsificacions de quadres i manuscrits, com una forma de sortir de la situació precària que està passant en Harry. Primer surt d'aquesta situació però es descobreix e ingressa a la presó amb el seu examant en Gordon Dryer. Refan la vida a la sortida de la presó però tenen una nova idea, la de falsificar un manuscrit. Torna a descobrir-se i amb un desig venjatiu per sortir de l’opressió, en Gordon fa un xantatge a en Harry que mora desesperat. L'autor crea una interconnexió amb els personatges. A vegades, pots perdre el fil i és perquè no has aprofundit o no els coneixes bé. La lectura et fa endinsar-te en les seves vides. Tots i tu mateixa estàs dins la novel·la, coneixent- los a mesura vas llegint. Els personatges creen un nucli d'afecte que va creixent. Encara no haver tingut sort a la vida, troben segones oportunitats en llocs inesperats. En Tom i en Nathan comparteixen l'afició de llegir. Diu així el llibre: "Llegint troba en Tom la seva evasió, el seu confort, llegeix pel plaer de llegir, per la calma que t'envolta, quan sens com les paraules d'un autor ressonen dins el cap". Em va captar molt l'atenció, la idea d'en Harry Brightman, de crear l'Hotel Existència. Així el descriu: "Un lloc quan ja no es pot viure en un món real, una oportunitat per viure els propis somnis. Una promesa de viure en un món millor, un món que pots visitar en el teu interior. Diu que cada persona té un Hotel Existència". Al final els personatges formen un conjunt molt unit. Sembla un cant a l'esperança de la vida.

 Alícia Llinàs Gibert. 



Hubieron otras opiniones sobre que el autor está sobrevalorado, o y que la lectura no enganchaba lo suficiente, quizás por la simplicidad de sus personajes en relatos cotidianos y quizás repetitivos, pero lo cierto es que Paul Auster es "EL ESCRITOR"


A raíz de estas discrepancias de opinión, entramos en un debate sobre la posibilidad de que cada miembro del Café Literario leyera el libro que más le apeteciera, según sus gustos y apetencias, y cuando llegara el sábado de nuestro encuentro, cada uno de nosotros lo comentara.  

Finalmente no lo consideramos oportuno, porque precisamente la gracia de la tertulia literaria es haber leído todos el mismo libro, pues de esta manera cada uno ha podido ver diferentes aspectos, que quizás a otros nos habían pasado desapercibidos. Es una forma de aprender. Cada uno puede siempre leer en solitario aquello que más le apetezca, pero haciéndolo en comunidad quizás lees libros que a ti no se te ocurrirían, como ha estado el caso de BROOKLYN FOLLIES.





A continuación pasamos a leer los relatos del reto de este mes, que consistía en escribir una trama ubicada en alguna época de nuestra historia.










Mi historia no es una leyenda clásica sino una invención, inspirada en el ambiente y la cultura de la antigua Roma. 


                                        "TRAGEDIA EN EL FORO ROMANO"


 En el foro Romano, a los pies del monte Palatino, acontece mi historia, entre el bullicio de los ciudadanos y los comerciantes. Aquí sucedió algo que aún es un misterio. Un destino trágico que conmovió la agitada vida cotidiana del imperio. Estoy en el arco de Septimius Severus. En el corazón del foro Romano. Aquí luce y resiste el paso de los años, desde el 203 d.c. Caminando por la llamada vía Sacra, empiezas a sumergirte en el pasado. Sientes la presencia de aquellos que pisaron este camino; son los pasos de los emperadores, senadores, ciudadanos y de los cortejos triunfales, hasta el Capitolio. Me acerco a donde estaba el Senado, la tribuna de los oradores, la casa de los Vestales. Avanzo por el camino lentamente, hasta llegar delante del arco de Tito. Impresiona la historia que respira cada piedra del foro. El sol arroja un color dorado sobre las ruinas, pintando con colores cálidos cada piedra desgastada. Es un lugar donde el eco del pasado resuena entre las columnas y las ruinas de los templos, recordando gloria y prosperidad. El tiempo fluye, y su historia, se hace eterna. Flanqueando mi camino, emergen de los cimientos, las columnas corinteas de marmol blanco, que se alzan hacia el cielo azul. Sostenían los Templos de Venus y Roma, el templo de Saturno, que albergaba el tesoro del imperio, las reservas de oro y plata y más. También los restos del templo en honor a la diosa Vesta; el hogar del fuego sagrado, que debía arder perpetuamente. Era un Templo circular y de arquitectura griega. Todos ellos, dibujan una pequeña silueta imaginable entre las ruinas. Nos recuerda la importancia de la religión y la devoción en la vida romana. Todos tienen su propia historia que habla de victorias, misterios y ambiciones. Mi paseo por el foro resulta fascinante e inolvidable. Estoy inmersa en pensamientos y reflexiones conectando con el pasado de una civilización perdida en el tiempo. En este lugar no solo hubo paz y prosperidad, hubo tragedias, traiciones e intrigas. En este lugar ocurrieron historias de amor entre emperadores y sus mujeres. Amores prohibidos en medio del bullicioso foro. En este lugar, el emperador Marcus Aurelius, conoció a Faustina y se enamoró ardientemente de ella, pero no era su esposa. Faustina era una mujer de una belleza incomparable, con sus cabellos negros como la noche y sus ojos de un azul profundo. Sin embargo, a Faustina le gustaba Lucio en secreto. Un apuesto senador que desbocaba en ella una pasión incontrolable. A pesar de las normas de la sociedad romana y la pudicitia. Marcus Aurelius y Faustina se entregaron al amor clandestino. Mientras Lucio y Faustina compartian miradas escondidas, encuentros fugaces, compartiendo un amor pasional, pero prohibido. Para ellos, el destino tenía otros planes. Un destino trágico se aproximaba. Una noche durante una celebración en el templo de Vesta, las miradas indiscretas y los rumores maliciosos revelaron los secretos ocultos entre Faustina, Lucio y Marcus Aurelius. La traición y el escandalo se apoderaron del lugar, desencadenando un desenlace misterioso. La historia cuenta que al amanecer del día siguiente, tanto Marcus Aurelius como Lucio fueron hallados sin vida, en circunstancias inexplicables. Mientras Faustina desapareció misteriosamente del foro romano, dejando tras de sí un enigma si resolver. Se dice que algunos comerciantes los vieron a Lucio y a Faustina caminando tomados de la mano hacia el Templo de Vesta al anochecer. Algunos aseguran que entre las ruinas antiguas se escuchan susurros de sus espíritus, unidos en un amor más allá de la muerte. 

 Alícia Llinàs Gibert.









YO SOY LA MADRASTRA

 

Sí, yo soy la madrastra, pero cuando lean mis circunstancias, podrán sacar conclusiones. Yo donde estoy ahora lo veo todo con claridad.

Nací en los años veinte, en una familia humilde, más bien pobre, en el barrio de la Sagrera. Yo era la tercera de cinco hermanos y como pueden suponer, me tuve que ocupar de los pequeños, además de ayudar a mi madre en cualquier tarea que a ella se le ocurriera. Con seis años ya acompañaba a mi madre a limpiar la casa de unos señores burgueses, que vivían en la zona alta de Barcelona, por allá San Gervasio. Creo que eran industriales de una fábrica textil, Fabra y Coats, en el barrio de Sant Andreu, donde de más mayor trabajé un tiempo enhebrando las máquinas de hilar. Aprovechaban nuestros pequeños deditos para introducir el hilo por el estrecho orificio de la aguja.

Nunca fui a la escuela y por tanto nunca he sabido ni leer ni escribir. Tampoco mi madre me enseñó nunca a hacer una caricia o dar un beso, porque era una mujer tirando a huraña, o quizás no tenía tiempo y desde luego, todo aquello que no ves a tus mayores o no te enseñan de pequeño, rara vez tú podrás luego realizarlo.

Y como ya saben, en el treinta y seis estalló la guerra civil y mis recuerdos son de pasar mucha hambre y muchísimo miedo. Mi hermana pequeña y yo dormíamos en la misma cama y había noches que sonaban tantas veces las sirenas, anunciando los aviones italianos y alemanes que venían a lanzar sus bombas, que ya no teníamos ganas de bajar al refugio y nos escondíamos debajo de la cama sin importarnos que aquella fuera nuestra última noche.

Los últimos meses de la guerra ya no quedaba nada para comer y los rumores decían que en la estación de Francia había trenes cargados de comida. Allí nos íbamos corriendo, pero la mayoría de las veces volvíamos con las manos vacías o en el mejor caso, con algún saco de avellanas.

Pasaron los años, y como toda mujer, el objetivo era conocer un buen partido para casarse, un hombre que te mantuviera y tú dedicarte a lo que las mujeres de la época se dedicaban, las tareas del hogar. En eso mi hermana, aunque era tres años menor que yo, siempre fue muy espabilada y se lo sabía montar. Ella me instruía en cómo debía camelarme a un hombre, para sin que se diera cuenta, quedara atrapado.

Y así sucedió, que en la fábrica donde ya empecé a tejer conocí a Pere. Enseguida nos gustamos y cuando sonaba la sirena para hacer una parada para desayunar, nos encontrábamos en la cantina y quedábamos para ir al cine o a bailar. En verano íbamos a la playa, le gustaba mucho nadar. Y allí en la Barceloneta, nos dimos los primeros besos y caricias. Estuvimos festejando dos años y ya hacíamos planes para algún día casarnos. De hecho ya lo había llevado a casa y lo conocía toda mi familia.

Pero el destino es cruel, y un desafortunado día, él estaba limpiando y engrasando unas maquinas y algo funesto se descolgó y quedó atrapado entre hierros pesados que le fracturaron la columna. Sonaron todas las alarmas y lo llevaron de inmediato al Hospital Clínico. Estuvo ingresado muchos meses. Pudieron salvarle la vida, pero no sus piernas. Quedó parapléjico en una silla de ruedas. Yo al principio iba a verlo muchos días al salir de la fábrica, pero a medida que iba pasando el tiempo y supimos cómo había quedado, mi madre emitió una sentencia. ¿Qué harás con un inválido? Lloré mucho y me desesperé. Lo fui a ver una última vez ya en su casa y él mismo, presintiendo mis dudas y remordimientos, me dijo que me olvidara de él.

Transcurrió el tiempo, y aunque se me habían quitado las ganas de frecuentar con hombres, ya saben, marinos norteamericanos en el bar Cosmos, abajo en las Ramblas, una tarde de domingo mi hermana me animó para que la acompañara a bailar a Piscinas y Deportes.

Y cuando llevaba un buen rato observando a las parejas como bailaban bien agarraditas, escuché una voz melodiosa que me pedía para bailar. Me miró a los ojos y yo le extendí mi mano. Olía a colonia Varón Dandy. Vestía impecable, un traje gris merengo. Sus modales eran de un auténtico caballero. Enseguida intimamos. Cuando lo vio mi hermana, me dijo que no me lo dejara escapar.

A los pocos días de salir, me confesó varios temas importantes. Era joyero,  viudo, tenía tres hijas, la mayor de 18, la mediana de 7 y la pequeña de 4. Vivían todos con la suegra en un piso por Plaza de España. También me dijo que estaba saliendo con una chica de Vallfugona, pero que su relación no acababa de funcionar. Aunque todas estas noticias me echaron para atrás, continuamos frecuentando la cama. Era un amante excelente.

Yo me lo pasaba genial con él, pero sin ninguna perspectiva de futuro. No tenía seguro si alternaba con la otra y tampoco me emocionaba el panorama que me había descrito. Para ser sincera, jamás me han gustado los niños. Ya tuve suficiente con mis hermanitos.

Pasaron los meses y un buen día me di cuenta de que no me bajaba el periodo. Yo ya tenía unos añitos, pero no tenía la seguridad de que todavía fuera fértil. Pedí hora al médico y me confirmó que estaba embarazada. Lo comenté en casa y mi hermana se puso a aplaudir. Mi madre organizó una comida familiar y lo invitamos con el fin de comunicarle la noticia. Estábamos todos, mis hermanos mayores también. El pobre se quedó helado. Pero antes de que se marchara, nos dijo que cumpliría con sus obligaciones y que no me iba a dejar sola.

Y una tarde de domingo, me llevó a su casa y me presentó a toda su familia. También vinieron sus amigos íntimos que vivían enfrente. El piso era más pequeño de lo que yo había imaginado. Además una habitación la ocupaba su taller de joyería dónde él y sus operarios elaboraban unas hermosas piezas de oro. El recibimiento, sin ser hostil, no fue como para tirar cohetes. Se oían rumores por todas partes y las niñas me miraban como un bicho extraño. La anciana, me dijo que me lo pensara bien antes de dar el paso. Pero ¿qué otra alternativa tenía?

A los pocos meses nos casamos en la parroquia de mi barrio. Estuve arropada por toda mi familia. Algo sucedió en medio de la ceremonia. Se escuchó un chirrido y la pesada puerta de la iglesia se abrió y entró una muchacha. Los rumores comenzaron cuando todo el mundo se giró para ver quien entraba. Era la ex novia de Vallfugona, que venía a cerciorarse de que ya no había vuelta atrás. Pobrecilla, estaba enamorada.

Nos fuimos un par de días a la Costa Brava, como viaje de novios, y a la vuelta ya me instalé en su casa con lo puesto. Tuvieron la delicadeza de sacar el cuadro enorme de la fotografía de su anterior y amada esposa, que coronaba la cama de matrimonio, y lo colgaron en la habitación donde dormían las niñas. Por supuesto, la suegra marchó a vivir a casa de su otra hija en la calle Hospital.

Y llegó el lunes y me tuve que integrar en la familia. La hija mayor continúo ocupándose de sus hermanas y yo de ir a hacer la compra y cocinar. Enseguida me di cuenta que todo aquello me venía grande. Llegó la hora de comer y mi marido salió de su taller de joyería y se sentó a la mesa. Las niñas pequeñas ya estaban con sus batitas azules, preparadas para ir al colegio y se despidieron de su padre dándole un beso. A mí ni me miraron. Su padre las paró y les dijo: —Nenas darle un beso a María, que a partir de ahora será vuestra madre. Yo sin pensarlo ni un momento, agobiada como estaba, sintiendo las patadas en mi vientre del hijo que esperaba, solté: —Yo plato de segunda mesa no soy, y que quede claro que estas no son mis hijas y nunca lo serán. Un silencio sepulcral reinó en la estancia.

A los pocos meses nació mi hijo. Un varón precioso que llenó de gozo a mi marido, pues sólo había tenido niñas y siempre lo había deseado. Para acallar las malas lenguas, además era clavado a él. Yo no podía con todo, ni mucho menos. La mayor se puso a trabajar de dependienta en una joyería donde conocería a su futuro marido. Vino entonces a ayudarme una vecina de la escalera que ya en vida de la antigua mujer, entraba a hacer las tareas más pesadas de la casa, limpiar, hacer lavadoras, etc.

Tengo que reconocer que todas se volcaron en darme apoyo, pues el niño era un encanto. Los niños son inocentes y se relacionaba con sus hermanas de maravilla. Fui yo que lo quise educar como mi madre había hecho conmigo, con las mismas manías y prejuicios. Esto generaba discusiones, burlas y risas por parte del resto de la familia. Yo no daba al abasto con todo y tal como dije aquel desafortunado primer día, separé la familia “tus hijas y mi hijo”. Ahora soy consciente que nunca acompañé a ninguna a comprarse un vestido o a llevarlas al médico. Para eso ya estaba la hermana mayor e incluso su padre tal y como habían hecho desde que falleció la madre.

Nuestra relación de pareja también se fue enfriando porque yo jamás estuve a la altura. Mi marido era un intelectual, un artista nato. ¿Qué conversaciones podíamos tener? ¿De qué temas podíamos hablar? Yo ni siquiera sabía leer ni escribir. Tampoco tuve la intención de aprender, ni cuando mi hijo empezó a ir al colegio. A él también lo avergonzaba y cuando yo metía la pata en preguntas como qué era más grande, Paris o Francia. Se reía y decía, mi madre es algo campesina.

Transcurrieron los años, la mayor se casó y marchó de casa, las otras encontraron trabajo y hacían su vida, y mi marido se dedicó a sus múltiples hobbies, poesía, fotografía, y por supuesto su oficio de joyero, que ahora ya no lo hacía en la habitación del taller, porque una empresa lo contrató a él y a sus operarios. Aquella casa se convirtió en una especie de pensión, donde la gente solo venía a comer y dormir. Mi marido continúo teniendo relación con toda la familia de la madre de las niñas, pero a medida que yo les abría la puerta con el delantal puesto y cara de póker, dejaron de venir. Y es que era mi carácter, no lo hacía con malicia. Me estaba volviendo como mi madre.

Ahora sé que todo está escrito y una tarde calurosa del mes de Julio, mi marido se levantó de la cama de hacer la siesta, como era su costumbre, y se marchó a comprarse unas zapatillas. Al día siguiente nos íbamos todos a una excursión, organizada por el club de la empresa donde trabajaba la mediana. Yo estaba en la galería tendiendo una lavadora y sentí primero que introducía la llave en la cerradura y a continuación un golpe seco y un susurro. Corrí al recibidor y encontré a mi marido estirado en el suelo con la frente sangrando. Solo pude escuchar un susurro que no entendí. Falleció en el instante. Salí corriendo a pedir auxilio a los vecinos y en ese momento, llegaba mi hijo del instituto y vio a su padre allí muerto. El mundo se me vino abajo.

A pesar de que las hijas se ocuparon de solucionar todo el papeleo, yo tenía un miedo terrible de cómo íbamos a vivir. Cobré una suma importante del seguro de la casa, por accidente en el hogar, dinero que duró poco porque mi hermana, que estaba acostumbrada a venir a casa y pedirle dinero a mi marido, ya se encargó de sonsacarme una buena suma. Además me dejó bien claro, que a partir de ese momento, yo era la dueña de todo y así se lo tenía que transmitir a las chicas. Un día, cuando ellas estaban trabajando, vino y empezó a revolver los cajones del taller. Encontramos todas las joyas de la familia y ella se encargó de venderlas y o empeñarlas.

Este hecho fue el detonante para que las muchachas buscaran un piso y se fueran de casa. Yo me quedé sola con mi hijo, y entre la educación que le di y el trauma que le causaría la muerte de su padre, jamás se puso a trabajar y vivió conmigo, hasta que yo también ya anciana, marché a este espacio atemporal donde nos une la consciencia y puedes reflexionar de todos los hechos de tu vida. Mi marido y su amada esposa están en un plano superior para almas más evolucionadas.

 

Roser Lorite





                                                            INMIGRANTE



Huyo, me voy. Dejo atrás la vida que hasta ahora me ha llegado. Soy pobre, soy mujer y con mi hija de la mano. Un atillo, un rosario heredado, una camisa de dormir con bordado, un retrato y una muda de recambio. Lo mío y lo de ella. Poca cosa es; pero es más que nada. Llueve. Nos mojamos, pero nada importa ya. La decisión está tomada. Nos vamos de escondidas sin que él sepa nada, aprovechando su sueño ebrio y su respiración profunda y entrecortada. No es tarde, es tiempo de salir de este pozo de miseria. El pueblo, las minas, el accidente, el derrumbe, la mutilación que no representa solamente el deterioro de un cuerpo aún joven, sino el fin de una vida compartida…. Y después la rabia, la sumisión, el castigo de la carencia y de la convivencia con su frustración. La falta de todo lo que me hacía sentir en casa. Si, me voy, sin más certeza que la que me cuentan otros. Los que ya están allí. Barcelona, fábricas dónde convivir con otros que entregan pedazos de sus vidas a cambio de lo pactado. Y por un momento…el miedo. -No pares, corre, adelante. Me digo. -Vamos cariño, ya llegamos, El tren no espera… en el dormiremos y olvidaremos el cansancio. Al despertar estaremos en otro lugar. Más grande, distinto. Repleto de gentes de allí, de otros lados. Cada cual a su manera, pero todos unidos por el deseo de prosperar más a mano.


 Mª Cristina Sória Gutiérrez










                                     El tren de Blanes a Barcelona




Primera estación, Blanes a las seis de la mañana, sólo van dos personas, el
maquinista y yo.
La número dos, Malgrat de Mar, suben tres personas y se dan los buenos días,
hay muchos asientos libres.
La número tres, Santa Susanna, suben al tren cinco personas, iba leyendo un
libro, otra lleva un bocadillo en la mano, otra va con los auriculares puestos,
seguro que va escuchando música, las otras dos tienen cara de sueño.
Pineda de Mar, la número cuatro, aquí suben al tren siete personas con siete
maletas, seguro que son turistas, los siete llevan en la mano un sombrero de
paja, esos que solemos comprar cuando estamos de vacaciones.
La número cinco, Calella, se bajan tres personas con cara de pocos amigos,
debe ser que llegan tarde al trabajo, el tren de las 05:45 no pasó.
Sant Pol, la número seis, aquí suben un grupo de veinte personas, hablaban tan
fuerte que a los que iban durmiendo se les pasó el sueño de golpe.
La número siete, Canet de Mar, suben al tren cuarenta niños y tres profesores,
son dos clases de tercero de primaria, van de excursión al zoo.
La número ocho, Arenys de Mar, suben trece personas, se bajan diez personas
y yo.
¿Cuántas personas quedan en el tren que va de Blanes a Barcelona?


Dolores


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